Siempre me consideré bastante purista con el entretenimiento que consumía, especialmente con los videojuegos. Exigía una historia que me marcase, algo que los hiciera memorables. El viaje de Jason Brody en Far Cry 3 para convertirse en un guerrero y conquistar a hierro el sitio que él creía merecer. El Dovahkiin salvando el mundo (O liándola un fleje) y por supuesto, Samus Aran. En general buscaba en los videojuegos lo que el cine me negaba. Supongo que fui muy exigente con el séptimo arte, incluso hubo una época en la que solo veía cine de autor o por lo menos cine que fuera bastante transgresor, como 120 días de Sodoma, La montaña sagrada o El hombre elefante. Había perdido la fe con hollywood y esperaba que la industria del videojuego me diera aquello que no encontraba. Y entonces apareció Fortnite.
Yo ya había tenido temporadas en las que había jugado títulos “sociales” como World of Warcraft y League of Legends pero con el título de Epic era diferente. Empecé a jugarlo de forma irónica con los colegas y acabé muy metido. Era la primera vez que podía jugar al mismo juego con gente de playstation, nintendo y PC. Jugamos muchísimo. La careta de cultureta pedante se me cayó en alguna parte de Pisos Picados y desde entonces no la he vuelto a encontrar. El modelo de negocio de Fornite nos unió a todos pues no importaba en qué plataforma jugases, era gratis. Contra eso PUBG no podía competir. Todo el dinero y las demandas del mundo no pueden competir contra el imperio comercial que es Tencent. Lentamente extienden su influencia por toda la industria implantando un sistema de pagos orientado a un público que prefiere pagar sesenta veces un dólar que hacerlo de una, China.
El mercado más importante del mundo se está abriendo poco a poco y todos están luchando por entrar. Los abucheos que sufrió Blizzard por Diablo Immortal serán montañas de Oro en Asia, tiempo al tiempo. Siento que estamos en el punto de la historia en el que estamos empezando a dejar de ser relevantes. Este tipo de propuestas se anuncian a bombo y platillo aún a sabiendas de las posibles críticas, las cuales simplemente no importan porque al final el tiempo les dará la razón. El colonialismo europeo jamás hubiera podido prever las consecuencias del aperturismo que provocó. Modernizamos La India, China y Japón. Ahora se están levantando.
Cuando mis amigos abandonaron Fornite me pasé a Warframe. El free to play que compite directamente con los triple A y que desde hace años se mantiene entre los títulos más jugados de Steam. La peculiaridad y razón principal por la que lo incluye en este texto es que los micropagos son opcionales, absolutamente todo lo que existe en el juego lo puedes conseguir jugando, aunque este farmeo deberá ser insano para llegar a tus objetivos. No jugué a otra cosa durante meses. El juego no es perfecto pero el sentimiento de comunidad y de obra que se construye con el esfuerzo de todos hacen que valga la pena.
Fornite es criticado por el cambio que provocó y warframe por la dificultad que plantea. Pero ambos títulos se mantienen frescos y constantemente actualizados. Totalmente opuestos en su modelo de financiación pues Fornite te pide que pagues para desbloquear ítems y Warframe te da la opción de hacerlo. De hecho, pagar en Warframe puede ser visto como una forma de agradecer a la desarrolladora , Digital Extremes, el titánico trabajo que supone estar a la altura de Destiny ó Anthem.
Lo importante dentro de esta cuestión es que existe una brecha generacional entre los que vivimos el nacimiento de estos modelos y los nativos de ellos. Puede que llegue el día en que los juegos no se compren y todos ellos sean un servicio. Como dije antes estamos viviendo el punto de inflexión y lo que suceda estos años decidirá el rumbo que tomará la industria. Google ha movido ficha, Steam se tambalea y la Epic Store crece. Por suerte la caída del monopolio que ostentaba Valve puede ser una grandísima oportunidad si la sabemos aprovechar. Nosotros valoraremos sus ofertas y ellos tendrán que adaptarse a nosotros. El trono se ha esfumado. Quizás el futuro no es tan negro como a veces me gusta pintarlo. Pero la responsabilidad está en nuestras manos y en esta guerra somos nosotros quienes decidiremos qué es lo que se instaura. Es la responsabilidad de nuestra generación como jugadores, antes de que dejemos de ser el target. Nuestro feedback configurará el streaming de Stadia, el online de Nintendo (bueno…xD) y en general el futuro. China será muy grande pero allá deberán también alzarse las voces críticas.
Puede parecer que demonizar a estas empresas pero nada más lejos de la realidad. Exijo calidad y respeto para el consumidor. Por ello debemos decidir si apoyamos iniciativas más “conservadoras” como la de Fornite o si por el contrario apoyamos el heroísmo de Warframe. Quizás incluso podría surgir un término medio pero como dije en mi artículo sobre Devolver, todo esto se cimentará sobre el compromiso. Suena utópico pero podríamos empezar a tener la sartén por el mango y esta situación la han provocado ellos. Desarrollar juegos no es tarea fácil, venderlos puede llegar a ser imposible y más ahora que en general es muy complicado generar ideas nuevas. La industria se está adaptando a el nuevo panorama socioeconómico.
En retrospectiva creo que estamos en un punto de inflexión de la historia, el antiguo régimen tambalea y nuevas propuestas se van implantando poco a poco en Early Access. Todos lucharán en este juego de innovación tecnológica desmedida tratando de maquillar sus estrategias. Ya en mis pasados artículos he ido desarrollando esta idea de que los equilibrios de poder están cambiando. Este es la culminación. Atila ha llegado y nos toca a la puerta seguido de su innumerable horda. Especular no sirve de nada pero nos ha tocado unos tiempos muy interesantes. Tan interesantes que es posible incluso que veamos Half Life 3, suerte con eso Gabe.