Análisis

TUNIC quiere que te metas en un Delorean

El zorrito feliz al borde de un desliz

Acabas de llegar del colegio. Tienes la merienda preparada. Te sientas frente a la tele de tubo y enciendes la Nintendo64. Pasas un par de horas intentando superar una mazmorra de Ocarina of Time, pero ya no sabes por dónde seguir. Recuerdas que este mes viene una detallada guía en la Nintendo Power y vas ojeando páginas mientras tienes el juego en pausa. La vida es fácil y maravillosa y no te das cuenta. Así se siente jugar a TUNIC, desarrollado enteramente por Andrew Shouldice, un developer indie canadiense y publicado por Finji Games.

Si hay algo que enamoró a todos en las instancias en las que vimos gameplay o trailers del juego antes de su salida es el apartado artístico. Es bonito, sí. Muy bonito. Está lleno de referencias estéticas a otros juegos, el más evidente siendo la saga Zelda. Aunque no acabamos muy convencidos de los diseños de sus menús y su HUD, es innegable que es bonito de ver, sobretodo el escenario y los distintos enemigos. Como apartado negativo, sus planos impuestos, fijos, llegan a ser algunas veces molestos. El juego quiere que lo veas de una manera muy concreta, a pesar de que a veces es molesto para encontrar por dónde debemos ir o ver un hueco detrás de una pared que esconde un tesoro. No es que esta perspectiva forzada te obligue a fijarte para encontrar los secretos que se esconden, es que directamente no se ven. Encontramos algunos caminos y cofres por intuición. El diablo sabe más por viejo que por diablo, como se suele decir. Para cerrar el apartado artístico, no podemos olvidarnos la música. Es leve, sutil, y cumple su función, pero no es una banda sonora que vaya a pasar a la historia como excepcional. Está y no molesta, que ya es suficiente.

No seremos nosotros a través de este medio los que os destriparemos la historia del juego, que tampoco es muy profunda. No es un apartado en el que destaque especialmente, pero te deja ver lo suficiente a medida que avanzas para que quieras saber más. El escenario nos invita a descubrir por qué y cómo ocurrió todo. Nos plantea un mundo abandonado y repleto de monstruos y enemigos. Un reino que parece haber pasado momentos más gloriosos. Estructuras desgastadas y comidas por la hiedra. Puentes destrozados que obligan a buscar nuevos caminos, aún más peligrosos. Pozos que esconden algo más que agua en sus fondos y cavernas oscuras dónde cada paso es una promesa de muerte. Nos despertamos en una playa, sin memoria, desorientados y emprendemos una búsqueda de respuestas. No es hasta la primera vez que morimos que nos damos cuenta de que alguna relación hay entre el héroe y ciertas divinidades ya olvidadas y desterradas. Y hasta aquí podemos leer, pero volvemos a reiterar que no vengáis buscando un lore profundo ni intrincado. El héroe debe cumplir su destino y no necesitamos nada más.

TUNIC nos presenta diversos sistemas que a pesar de no ser para nada originales, el cómo están integrados y simplificados en muchos casos hacen el trabajo. A veces con notable, a veces con un suficiente y en contadas ocasiones con un raspado aprobado tirando a suspenso. El juego no hace nada de sobresaliente, no vamos a engañarnos, pero si es de elogiar que no hace nada fatal tampoco. Reiteramos que es un título que se nota que está hecho con mucho cariño y mimo, que rezuma nostalgia en el buen sentido y que te sacará una sonrisa boba mirando el monitor y no el típico “aplaudo porque me acuerdo”. El ejemplo más claro de esto es el mapa y la información útil que nos dan al conseguir trozo de lo que parece ser una revista. Vamos coleccionando páginas repartidas por el mundo, que se van añadiendo y explicándonos qué hace cierto objeto, la ubicación de un jefe final o el plano de una mazmorra. Todo esto con el diseño de un número de la Nintendo Power o de la Hobby Consolas, cuando aún nuestra única fuente de información sobre videojuegos era en formato físico.

Muchas de las palabras están un idioma extraño para nosotros, algo que puede ser interesante en algunas partes pero que, sinceramente, se hace tedioso en otras. Está justificado en base a la historia, pues nuestro amigo zorro ha perdido la memoria y no conoce nada de lo que tiene a su alrededor, y no es si no a base de ensayo y error como descubre las cosas, pero no deja de ser una de las pegas del juego. Han habido momentos en los que hemos estado dando vueltas sin más por el mapa, sin saber muy bien qué hacer, cómo hacerlo, ni en qué orden hacerlo. Algo que hace muy bien Elden Ring de manera orgánica, que te invita a explorar su mundo como tú quieras, pero que TUNIC se queda corto pues también está mucho más limitado en base al tipo de juego que quiere ser. No es un mundo abierto, pero pretende que lo juguemos como tal.

Mencionando un título de Miyazaki, tenemos también las típicas hogueras de los Souls, representadas como altares de la deidad zorruna que ya mencionamos. Con una simple pasada podemos descansar, resetear el mundo, los enemigos, nuestros frascos de pociones (que no de estus)y subir nuestras estadísticas con materiales y un poco de oro, lo cual será indispensable para poder afrontar el combate. Al principio es fácil e incluso un poco repetitivo, pero al avanzar en el juego puede suponer un desafío en según qué partes y monstruos. Tenemos un roll, un escudo para cubrirnos y un ataque básico con nuestra arma de confianza. Hay a nuestra disposición un arsenal variado con el que podemos cambiar nuestro estilo de lucha en función de nuestros gustos o si algún patrón del jefazo de turno nos está dando problemas, y algunos gadgets que nos ayudarán a limpiar más fácilmente las habitaciones de enemigos. Tenemos también talismanes, bendiciones o como queráis llamarlos, que nos proporcionan diferentes ventajas, parecido al sistema de broches de Hollow Knight. Es un juego divertido y desafiante, que va incorporando mecánicas según vamos descubriendo el mundo y que a la vez ese descubrimiento de una nueva mecánica, te permite descubrir otra parte del mapa. Un poco como siempre han hecho los juegos de Zelda, del que reiteramos bebe prácticamente en todos sus apartados. Consigo el gancho y puedo llegar a esta nueva zona, donde puedo conseguir la ocarina y abrir esta otra zona. La formula no ha dejado de funcionar, ¿por qué cambiarla?

TUNIC es un tierno homenaje a otra época. Puede que no sea un juego brillante y que no ofrezca nada diferente a las bases ya establecidas por otros. Puede que no sea tu estilo o no te guste, pero es innegable que está hecho con un cariño inmenso por la industria y sin muchas pretensiones. No quiere ser un triple A ni tampoco lo necesita. Es un buen juego y eso hoy en día es más que suficiente.