Análisis

The Devil in Me: si está roto, arréglalo

Sustos de antología

Supermassive Games ha conseguido productivizar su trabajo a un ritmo envidiable. En apenas 4 años han puesto a la venta tres entregas de The Dark Pictures, su ambicioso proyecto antológico de terror, y The Quarry, un retorno al estilo de su aclamado Until Dawn que se quedaba un poco a medias pese a contar con puntos muy rescatables. Y a pesar de haberlo lanzado este año, aun tenían espacio para otro más, nada más y nada menos que The Devil in Me, el season finale de The Dark Pictures.

Supermassive tiene desde hace mucho su, digamos, fórmula mágica. Un narrador carismático, un grupo de personajes con diversos conflictos entre ellos y una amenaza que les pone en peligro. A veces funciona mejor, otras peor, y otras directamente no funciona en absoluto, pero es innegable que sus obras saben mantenerse mínimamente entretenidas y solventes. Pero también es innegable que, de un tiempo a esta parte, la fórmula se estaba agotando.

Quizá por la necesidad de mantener el ritmo de lanzamientos, o por el clásico “si está roto no lo arregles”, las mecánicas de los juegos de Supermassive llevaban estancadas desde Until Dawn, con sus caminatas, su sistema de diálogos de respuesta binaria, sus QTEs estilo David Cage y su sistema de decisiones. Y si bien las decisiones y los diálogos no estorbaban, hacer el enésimo QTE de persecución y darse paseos de quince minutos entre escenarios repetidos acababa por hacerse tedioso. Y esa es la primera y principal novedad que presenta The Devil in Me, pues en la línea de las aventuras narrativas de Telltale a las que sin duda se parece, Supermassive ha añadido algunas nuevas mecánicas, que, si bien no reinventan la rueda, sí que dotan al conjunto de una frescura muy necesaria. Tenemos la posibilidad de escalar algunos salientes, saltar entre espacios ligeramente separados y un inventario al más puro estilo aventura gráfica. Esto último se ve potenciado por el detalle de que cada uno de los cinco personajes controlables tiene un pequeño objeto que le permite hacer ciertas cosas, como forzar algunas cerraduras o alcanzar objetos lejanos. No es el culmen de la diferenciación, pero aporta un poco de sabor al conjunto.

Pero, por supuesto, el núcleo de estas obras es su trama y personajes, que en esta ocasión son una novedad en sí misma. La premisa es bastante sencilla. Un señor con mucho dinero posee una réplica de un hotel utilizado por HH Holmes, el primer asesino en serie de los Estados Unidos, y un grupo de cineastas que está haciendo un documental sobre el mencionado Holmes decide quedarse un fin de semana en el hotel para reforzar la calidad de su futuro proyecto audiovisual. Pero el hotel resulta estar hasta arriba de trampas y tener a un verdadero asesino suelto, por lo que nuestros intrépidos protagonistas tendrán que ingeniárselas para sobrevivir y escapar con vida de este enfermizo juego. Con referencias a La Casa de Cera, Saw e incluso Psicosis, The Devil in Me consigue una historia más que decente, que engancha hasta el final, tanto en lo que respecta al quinteto protagonista como al villano. Y hablando del villano, él supone la otra gran novedad y mejoría del juego.

Como comentaba en el párrafo anterior, todos los juegos de Supermassive cuentan con unos personajes, un narrador, y una amenaza. Y si bien los personajes y el narrador se han mantenido en todo momento a un nivel respetable, las amenazas tenían dos graves problemas: Todas eran de corte sobrenatural, y todas trataban de venir acompañadas de un girito, porque en Until Dawn salió bien así que habrá que hacerlo en todos los juegos. En Man of Medan era risible (como todo el juego en general), en Little Hope encorsetaba toda la experiencia, y en House of Ashes lo clavaron (como todo el juego en general). Aqui hay una subversión de expectativas, pero en ningún momento trata de ser sorprendente porque sí, y en lugar de una amenaza sobrenatural, tenemos a un asesino de slasher clásico. Y eso es realmente importante, ya que, eliminando esos elementos sobrenaturales de entregas previas, el peligro se siente mucho más real e inmediato, y las pruebas macabras son incluso más tensas. Yo, por ejemplo, he jugado en modo “Noche de peli” (donde cada jugador controla a un personaje, y se van pasando el mando según a quien le toque), y, en una prueba concreta, donde mi novia tenía que elegir si palmaba mi personaje o el suyo, lo pasamos realmente mal con el dilema, moral y lúdico a la vez. Al tener esta estructura estilo Saw, la tensión de perder a tu personaje se maximiza, y la diversión lo hace a su vez.

Aunque, por supuesto, no está exento de fallos. El principal es uno al que Supermassive lleva enfrentándose mucho. Al ser historias donde las decisiones y muertes moldean la historia, las posibilidades pueden ser infinitas si se hace bien. Y claro, entre esas posibilidades está la del anticlimax, que todos los personajes mueran a mitad de historia, o que en el último QTE del juego mueran todos los personajes por un desliz al pulsar un botón. Es una forma de contar historias realmente originales, y potencia mucho la re-jugabilidad, pero si piensas completarlo solo una vez, quizá tengas mala suerte o escasa habilidad y acabes con un desenlace poco satisfactorio.

Aun con todo, The Devil in Me es un triunfo para la desarrolladora, y una clara muestra de que, tras los tropiezos que supusieron Man of Medan y Little Hope, Supermassive Games le ha pillado el truco a su propia fórmula. La segunda temporada de The Dark Pictures ya ha sido anunciada, y entre sus historias se encuentran una futurista y lo que parece ser algo medieval, por lo que se ve que han decidido experimentar con diversas épocas y ambientaciones, lo que sin duda es una buena idea.