Análisis

Pikuniku de las piernas largas

EXTRAVAGANCIAS, SONRISAS Y MUCHOS COLORES

Videojuegos los hay de todo tipo. Están los difíciles, los que son obras maestras, aquellos que son mediocres, malos, y un tipo bastante particular donde se suele encasillar a esos títulos que más nos cuesta describir: Los raros. Sí, no me miren con esa cara, hay juegos que son así… O acaso nunca te pasó que cuando alguien te pregunta “¿Qué tal está x juego?” tu respuesta, por lo general es “es bueno, pero es raro”. En esa categoría es donde entra PikuNiku.

Comenzando por su protagonista, un ser de color rojo y forma ovalada, cuyas únicas extremidades son dos piernecitas largas y delgadas, pasando por su mundo alegre y colorido, poblado por un peculiar elenco de extraños personajes, PikuNiku es un mar de excentricidades. El título desarrollado por Sectordub, un acotado grupo de programadores que consiguieron la distribuido por Devolver Digital, tiene como premisa un concepto simple pero que a la vez no siempre es fácil de conseguir: Divertir. Y he de reconocer que cumple con lo que se propone, puesto que a poco de comenzar a jugar, una sonrisa se clavó en mi rostro, cual niño con juguete nuevo.

PikuNiku no tiene demasiadas pretensiones argumentales, ni una narrativa compleja con inesperados giros de tuerca, sino todo lo contrario. Presenta una historia simple, sencilla e incluso predecible, pero que aun así se hace agradable de descubrir. Es un juego en 2D de desplazamiento lateral, con toques de plataformeo y resolución de puzzles, que hace uso de mecánicas sumamente básicas tales como saltar o rodar y patear, porque ¿No es acaso el modo en que se soluciona todo? ¿No? Bueno, en el mundo de Piku parece que sí. A medida que avanzamos, obtendremos sombreros especiales que otorgan habilidades las cuales nos darán acceso a nuevas áreas, sombreros si claro, ¿Por qué no? 

La aventura comienza con una animación muy kawaii, presentando al carismático Mr. Sunshine, un magnate con forma de malvavisco, que ofrece dinero gratis a cambio de basura y recordando a los habitantes del mundo que “son perfectos”. Luego del ruido y la algarabía de la introducción, despertamos en una cueva olvidada, donde un amable fantasma (que no, no es Casper) nos invita a salir a tomar un poco de aire fresco. Lo que no nos enteramos hasta entonces, es que en realidad somos “La Bestia”… o bueno, así es como los habitantes del pueblo nos llaman. Estos, por supuesto, huyen despavoridos al vernos, aunque en un –literal- arrojo de valentía, nos capturan para enjaularlos y darse cuenta que de terrorífico tenemos poco y nada… Aunque si en verdad lo pienso, si una figura ovalada que patea todo a su paso viene hacia mí, yo también huiría.

A decir verdad, no hay mucho que destacar respecto del argumento, debido a que sería incurrir en inevitables spoilers. Solo he de decir que el sr. Sunshine, no es lo que se diga trigo limpio y a causa de eso nos veremos involucrados en una rebelión que… bueno, mejor lo dejo ahí para no arruinar ninguna sorpresa, por predecible que esta sea. Solo agregar que si bien se tocan temas un poco más serios relacionados al consumo desmedido de los recursos naturales, PikuNiku siempre divierte y en ningún momento se torna moralista ni busca hacerte pensar demasiado en ello.

Si lo expuesto hasta aquí, hace pensar que estamos ante un juego simple, es porque lo es. No obstante, el encanto de la obra de Sectordub proviene de sus originales diálogos y la gran cantidad de situaciones hilarantes de las que somos testigos. También de los habitantes del mundo y las misiones secundarias que estos nos encomiendan: participar en un nuevo deporte sospechosamente similar al basketball pero con una sandía, ganar un concurso de baile contra un robot muy cool o encontrar a una roca que se le da por jugar al escondite. Este tipo de actividades, por tontas que parezcan, lo único que consiguieron fue que mi cara siguiera teniendo una sonrisa clavada en el rostro.

PikuNiku no es para nada difícil. En ningún momento arrancó una maldición de mi boca o me hizo preso de la frustración. Los niveles no son ejemplos de originalidad en términos de diseño y hay muy pocas secuencias que presenten un desafío real. De hecho, es prácticamente imposible morir y las veces que esto sucedió, reapareció muy cerca del lugar donde había fallado. Lo más complicado fue una de las peleas que tuve contra uno de los jefes, nada más. El resto fue coser y cantar durante las casi 5 horas que dura el juego.

Por otra parte, debo mencionar que no todo es perfecto, por mucho que el sr. Sunshine se empeñe en decirlo. El titulo tiene sus pegas, que si bien no son demasiadas, están ahí y molestan, pero muy poquito. Las físicas se sienten extrañas, especialmente en lo que al protagonista respecta. Por ejemplo, cuando este salta, es como si no tuviera peso, haciendo que en ocasiones, sea un pelín complicado aterrizar exitosamente en una plataforma. Algo similar sucede con los objetos, específicamente con aquellos que están involucrados en la resolución de un puzzle. Afortunadamente esto no arruina la experiencia, aunque se vuelve una molestia, en especial cuando el juego se niega a cooperar.

Dejando de lado lo mencionado, he de destacar que el videojuego es artísticamente atractivo, presentando una paleta de colores sumamente agradable, que de algún modo remite a un libro de cuentos. La banda sonora complementa a la perfección la alegría de este extravagante mundo, aunque tampoco es que las melodías sean súper memorables. Simplemente hacen que el viaje sea más ameno y relajado.

En definitiva, y en lo que a mi experiencia respecta, PikuNiku es –como dijera al principio del análisis- divertido, agradable y simpático. También es simple pero eso no lo hizo aburrido en absoluto, sino todo lo contrario. Disfruté mucho de descubrir su mundo, de hablar con los personajes que lo pueblan e incluso de desentrañar su predecible historia. Tiene sus peguitas, sí, pero nada grave. También puede que su duración sea acotada, pero pregunto ¿Qué más da la duración si la experiencia es satisfactoria? Qué decir, me lo he pasado genial con mi juguete nuevo.