Como persona ligeramente deprimida, me resulta especialmente beneficioso encontrar nuevas aficiones. El cine y los videojuegos son ambrosía, pero a veces pueden perder su efecto de segregar dopamina. En la búsqueda de uno de estos nuevos hobbys, llegué al mundillo de Warhammer 40K.
Especialmente centrado en su vertiente de miniaturas, Warhammer 40K es un universo bastante interesante. Dentro de miles de años todo lo que queda es guerra, con los soldados del imperio enfrentándose a amenazas alienígenas, cuyo número no se ve reducido por mucha metralla que aplique la raza humana. Partiendo del mencionado juego de miniaturas, su naturaleza de ciencia ficción lo ha llevado a expandirse a otros medios. Desde novelas hasta videojuegos, pasando por una futura serie de Amazon Prime, la sombra del imperio es alargada. Pero esto no quiere decir que no sea un universo con mucho que contar.
SOLO HAY GUERRA
Warhammer 40K es una obra que satiriza el fascismo. Todo en ella es una gran sátira interpretada de forma seria, desde su ultramilitarismo hasta el odio al diferente. Las razas enemigas son el Anticristo y nuestra labor es erradicarlas de la existencia. Y ni siquiera la propia raza humana se salva, contando entre sus filas con Herejes a los que castigar y Marines del Caos a los que combatir. Pero en Warhammer 40K todo es guerra, y eso supone que no hay espacio para mucho más. Más allá de ser una expansión de su folclore, pocas obras que adapten la franquicia cuentan algo de valor. Y, si bien algunos autores lo han conseguido, como Dan Abnett con sus novelas, la cantidad es minúscula. Esto convierte a la franquicia en veneno para obras centradas en la narrativa, como el cine o la literatura. Pero a la vez la colocan como algo ideal en torno a lo que centrar un juego de mesa o, en este caso, un videojuego de acción pura y dura.
En ese respecto, Warhammer 40K Space Marine 2 es una puerta de entrada fenomenal a la franquicia. Entre sus litros de sangre y vísceras puede uno encontrar un perfecto resumen de todo lo que es Warhammer 40K. Los Marines especiales, los Magos, el armamento y las variadas unidades de los sets de miniaturas se dan un buen paseo por la pantalla, pudiendo atraer al jugador menos pensado a su red transmedia, y ofreciendo un universo muy llamativo a todos los demás.
SOLO HAY MUERTE
Pero si bien este juego no destaca por contar nada en especial, con el mando en las manos todo cambia. Porque la satisfacción mecánica y estética es la clara prioridad, y se nota desde el primer momento. Decimar incontables oleadas de Tiranidos engancha desde el primer momento, y la mezcla de sensibilidades es la principal culpable. Como ya hiciera la primera entrega, hace más de una década, Space Marine 2 fusiona golpes y disparos. O, más concretamente, hack and slash y shooter en tercera persona. Los golpes hablan por si solos, acabando con múltiples enemigos de una sola vez y permitiendo combos y ejecuciones. Pero los tiroteos han cambiado, abandonando las sensaciones de Gears of War a cambio de algo más Left 4 Dead. O más bien algo más World War Z, la adaptación a videojuego de la película de Marc Foster.
Y es que, a diferencia de los Orkos, los Tiránidos son una plaga. Encontraremos enemigos que atacan a distancia e incluso francotiradores, pero el grueso de enemigos son puro enjambre. Más de una vez te encontrarás disparando a una masa uniforme, más que a individuos. Aunque, dispares a lo que dispares, siempre sentirás el impacto gracias al sencillo pero directo hitmarker. Además, la presencia de los Tiránidos se alía con la enorme cantidad de enemigos que permite el motor gráfico del juego, muy apropiadamente nombrado Swarm Engine. Los momentos de resistir ante infinitas acumulaciones de enemigos se encuentran entre lo mejor del juego, por mucho que mi lado de fan del primer Space Marine hubiera preferido alguna secuencia en la que combatir contra Orkos.
Mientras que la cadencia de los combates en el primer juego podía recordar a Doom 2016, aquí tenemos algo más cercano a Doom Eternal, con alguna mecánica extra y un frenetismo desafiante que puede parecer amenazante para el jugador novato. Aún así, esos dos juegos a veces pecaban de tornarse algo repetitivos, pero en Space Marine 2 eso no ocurre. La nueva estructura de misiones largas amenaza con conseguirlo, pero entonces la variedad de situaciones entra en la ecuación. Algunas han sido trasplantadas sin modificaciones desde el primer juego, como la mochila propulsora. Otras son cosecha propia, como los momentos en los que utilizamos un lanzallamas para mantener a raya a miles de Devoradores. Pero todas ellas están ahí para asegurarse de que no te veas saturado. No estamos aquí ante algo tan variado como Titanfall 2, pero cada nivel se esfuerza para ofrecer algo distinto.
Hasta cierto punto, incluso la historia se las apaña para resultar interesante. Si bien el universo no permite grandes introspecciones en la psique humana, la historia guarda algo de misterio. Y gracias a las interacciones entre el protagonista Titus y sus dos soldados, tendremos algo a lo que atender entre tiroteos. Es fácil empatizar con ellos, soldados que siguen ordenes en un mundo desprovisto de esperanza. Quizá puedan guardar algo de espacio para la reflexión. Pero jamás para la duda, pues la duda lleva a la muerte.
SOLO HAY ¿PASILLOS?
Pero, aunque la obra sea inmaculada como producto de acción, ha recibido algunas críticas. Quizá la más común, y aún así la más incomprensible, ha sido la linealidad. En diversos lugares de Internet están surgiendo opiniones que no encuentran muy satisfactorio el diseño de niveles del juego. De entrada, puede entenderse. Por muy bien que luzcan, no dejan de ser líneas rectas con algún pequeño desvío que suele esconder munición. Pero que esto sea cierto no implica que sea negativo. Primero, porque venimos del primer Space Marine, que presentaba una estructura de niveles prácticamente idéntica. Y segundo, porque no todos los videojuegos necesitan exploración. Pueden entenderse estos testimonios hacia algo como un Dark Souls, puesto que la capacidad de explorar conforma buena parte de su sensación de aventura. Pero que un videojuego de este estilo sea lineal es, de hecho, idóneo. No quieres desvíos. No quieres una aventura. Quieres muerte y destrucción.
Quizá cabe entrever en estas críticas cierto rechazo a un estilo algo más arcaico. Actualmente la industria Triple A está promoviendo modelos muy distintos, de pases de batalla y mundos abiertos. Los videojuegos no son algo que experimentar, sino un lugar en el que vivir. Las empresas quieren que juegues, te quedes y vuelvas regularmente. Incluso los escasos esfuerzos lineales ven elongada su duración hasta el infinito, véase The Last of Us 2. Pero estos modelos no suelen triunfar, con ejemplos como Concord sirviendo de triste recordatorio. Ante esta tesitura, obras como Space Marine 2 o Astro Bot casi se sienten como un toque de atención. Un toque de atención a que los videojuegos no pueden seguir en este estado. Un videojuego no puede desarrollarse en diez años con la esperanza de vender diez millones de copias en una semana. Jugar un videojuego no puede ser una hipoteca, algo para lo que mentalizarse y reservar semanas enteras. Hay espacio para todo, pero si me dan a elegir prefiero las ocho horas que he pasado con Space Marine 2 antes que las cuarenta que me llevó completar Assassin’s Creed Oddysey.
Quedan por comentar virtudes, como un PvP con sabor clásico o su cooperativo. Del mismo modo, algunos fallos no han sido comentados, como un abanico de armas algo reducido. Pero lo que permanece es la sensación de haber vivido una gran experiencia de acción. El desarrollo de Space Marine 2 ha sido una historia complicada, con el cierre de THQ retrasando el desarrollo durante años. Quizá este juego hubiera encajado mucho mejor como continuación cercana que como secuela tardía. Pero los mimbres para una saga legendaria están ahí.
Quizá el éxito que el juego demuestra estar teniendo sirva para garantizar una tercera entrega. Mientras tanto, el universo es amplio, y la guerra infinita. Agarra tu espada-sierra y tu bolter. No dejes que la duda se abra paso en tu mente. Acaba con todos.
Por el emperador.