Análisis

Análisis Graveyard Keeper

No estaba muerto, ¿Estaba de parranda?

Normalmente se dice que los cementerios son lugares de paz y tranquilidad, donde los cuerpos que otrora fueran habitados por un alma reposan en un descanso eterno. Sin embargo, lo que no se cuenta es que ser el guardián de dicho sitio implica muchísimas responsabilidades y cantidades ingentes de duro trabajo. Y no me refiero tan solo a cavar fosas, sino a una amplia variedad de tareas que van desde investigación, recolección y cultivo de las tierras, a lucrar con la fe de nuestros fieles feligreses… Pero no voy a adelantarme y como dice el buen Jack, “vayamos por partes”.

 

Graveyard Keeper, o como personalmente me gusta llamarlo “El Stardew Valley macabro y morbosón” es producto de Lazy Bear Games, equipo al que muchos recordarán por su anterior desarrollo The Punch Club. No es broma cuando digo que este videojuego se parece al título al cual hago referencia, puesto que, salvo por ciertas mecánicas específicas que lo diferencian, el resto se percibe igual. Bueno, a su favor, he de decir que la historia tiene un tinte más “onírico” y es notoriamente diferente, como así también los personajes con los que nos relacionamos. Además hay muchos toques de humor negro que le dan su impronta personal, aunque como dije, el núcleo del gameplay pasa por el perpetuo farmeo de recursos.

 

 

La aventura comienza cuando nuestro protagonista, un sujeto barbudo y sin nombre, es atropellado por un automóvil al salir de una tienda. ¿Lo extraño? Es que todo sucede en la actualidad… ¡Oh sí! Y que cuando “despierta” lo hace en un mundo medieval, donde la muerte en persona le encomienda hacerse cargo del cementerio. Consternado y a regañadientes acepta su destino, aunque con un claro objetivo en mente: Buscar la forma de volver a su realidad, a su hogar, a los brazos de su amor. Sin embargo no es una empresa que deberá llevará cabo solo, ya que en el camino conocerá a un variado elenco de personajes, uno más raro que otro, que de algún modo intentaran ayudarlo.

A partir de entonces, los PNJ que vayamos conociendo explicarán los diferentes aspectos del juego tales como mantener el cementerio en condiciones, llevar a cabo ceremonias religiosas o pescar, entre otras tantas actividades. También podremos realizar autopsias a los cadáveres que vayamos recibiendo, pudiendo sacar recursos tales como la carne (la cual podemos comer… turbio), la sangre con la que podremos elaborar pinturas y órganos vitales que servirán como objetos de estudio. Hay un pequeño detalle: Como guardianes no somos exactamente cirujanos expertos y los cuerpos pueden terminar severamente estropeados. Esto no solo hará que los difuntos se vean peor, sino que impactará en la calidad del cementerio. 

Lo bueno es que para paliar con dichos inconvenientes, en lugar de darle un entierro apropiado, podemos quemar los cuerpos o tirarlos al río y que la naturaleza haga su trabajo… dudo mucho que a alguien realmente le importe. El problema de esta práctica es que no recibiremos los preciados “certificados de entierro”, objetos que se pueden vender por unas cuantas monedas y que en un principio serán nuestra principal fuente de ingresos. Este no es un detalle menor, ya que pasadas las primeras horas de juego, los difuntos comenzarán a ser más escasos y hacernos con dinero puede llegar a convertirse en todo un desafío. La importancia de la divisa reside en que con ella tendremos acceso a beneficios especiales como por ejemplo mejorar nuestro status en el escalafón social.

 

Claro que los benditos certificados no son la única forma de obtener el vil metal. Como dijera en un principio, el negocio de la fe resulta ser sumamente rentable, aunque para llegar a ese punto hace falta dedicar bastante tiempo a cumplir con varias misiones principales. Otro herramienta que el juego nos brinda es la de hacer tareas secundarias con lo que ganaremos el acceso a plantar vegetales, fabricar papel y otros artículos de “lujo” que luego podremos vender en la ciudad. El problema con esto es que la gente no siempre estará dispuesta a comprar la producción, por lo que hacerse con algunas chirolas puede devenir en un proceso lento y algo tortuoso.
Tal vez puedan llegar a pensar que con tantas tareas a realizar nuestro protagonista podría terminar cansado, y déjenme decirles que están en lo cierto. A excepción de caminar, cada acción que llevemos a cabo consumirá una cierta cantidad de energía y cuando esta se acabe tocará descansar. Igual si contamos con los ingredientes adecuados, como por ejemplo la citada carne humana, podemos cocinar deliciosos platillos que prolongarán la jornada antes de vernos en la obligación de ir a dormir. Es decir, lo típico.

Algo que estaba pasando por alto comentar, es que en la medida que talamos árboles, piquemos piedras y realizamos nuestras tareas de enterrador, iremos ganando experiencia. Esta nos servirá para desbloquear nuevas tecnologías y recetas que craftear, además de una amplia variedad de perks que mejorarán al protagonista. Hay seis ramas a desarrollar, cada una enfocada en distintos aspectos. Eventualmente lograremos destrabar todo, puesto que se vuelve necesario, aunque para ello se requerirán varias horas de juego.


 

He de reconocer que Graveyard Keeper me ha resultado entretenido y su mundo medieval se me hizo más agradable que los verdes prados del título en el que se inspira. Eso sí, no es un juego perfecto ni mucho menos. En primer lugar, todas las misiones tanto principales como secundarias consisten en buscar o crear ítems. El tema con ello es que llevar a cabo un simple Crafteo de, digamos una vasija, implica que debamos cumplir con otra tarea que nos dará acceso a determinada herramienta la cual podremos construir si conocemos la tecnología. Entonces, de repente, algo sencillo se vuelve un poco engorroso, que requiere de cumplir con muchísimos encargos para otros personajes. A ver, no es que esto sea algo que no sucede en otros videojuegos, pero no por ello hace que en mi caso el tedio sea menor.

En segundo lugar, la forma en que se nos explican las mecánicas, desde las más simples a las más complejas. Los tutoriales se sienten algo parcos, en ocasiones crípticos y poco explicativos. En tercera, las relaciones que entablamos con los PNJ no se sienten con el mismo nivel de profundidad que en –lo lamento por las reiteradas comparaciones- Stardew Valley. Aquí todo se resume a “Ve a tal lugar y tráeme tal cosa para que seamos amigos” haciéndonos sentir como el famoso “che pibe” del pueblo. Puede parecer un detalle menor, pero hace que no generemos empatía con ningún personaje, más si tenemos en cuenta que estos “favores” en su mayoría son obligatorios para avanzar en la trama.

Por último no puedo dejar de mencionar un tema que a mi entender no es menos importante: El tiempo. A muchos de los personajes secundarios normalmente los podemos encontrar con facilidad en la pequeña aldea ubicada junto al cementerio. El problema es que otros, casualmente los importantes para avanzar y desbloquear determinados elementos vitales para avanzar, solo los podremos encontrar una sola vez a la semana, en un sitio puntual y un día específico. Esto implica en varias situaciones debamos correr de una punta del mapa a la otra para llegar a tiempo de hablar con alguno de ellos. Si esto resulta molesto, imaginen llegar un segundo tarde, justo para cuando el personaje en cuestión comienza a caminar. Porque como tan solo dé un paso, nos ignorará por completo y tendremos que esperar a que pasen los días para volver a hablar con él.

De cualquier modo, y a pesar de estas “peguitas” he de decir que Graveyard Keeper ha sido una experiencia agradable. Es un videojuego que toma una fórmula harto conocida, pero le da un giro de tuerca interesante, dotándolo de un toque lúgubre y oscuro. También hay que destacar su apartado gráfico de corte pixel art lleno de agradables detalles como la hierba que se mece con el viento, ciclos de día y noche, la iluminación que va cambiando acorde al paso de las horas, etc. Por su parte, la banda sonora acompaña sutilmente, variando de acuerdo a la zona en que nos encontremos. Los personajes tienen actuación de voz, aunque son tan solo onomatopeyas como “guru guru guru” o sonidos por el estilo que intentan impregnar de personalidad a los PNJ. Si bien es cierto que en un principio suenan divertidas, lo son menos cada vez que las volvemos a escuchar, tal como sucede con “Los Solfamidas”.

Graveyard Keeper es como la otra cara de la moneda de Stardew Valley. Es un juego absorbente, simpático, entretenido a la vez que retorcido y oscuro, como una película de Tim Burton. No es perfecto, pero se deja disfrutar y ofrece las suficientes variantes como para mantenernos pegado a la silla por horas.